Condenados a 19 años de prisión los agresores de la violación grupal en la Semana Grande de 2022, según el TSJC
La Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria ha confirmado la pena de diecinueve años de prisión para cada uno de los tres hombres que violaron de forma conjunta a una joven durante la Semana Grande de Santander en 2022, mientras estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas.
Además, el tribunal también ha revisado la condena del acusado que permaneció inmóvil mientras los otros agredían sexualmente a la mujer, aumentando su pena de ocho a dieciséis años de cárcel. Se considera que su participación fue necesaria, ya que contribuyó a crear un ambiente intimidante que facilitó las agresiones.
La sentencia destaca que este hombre no solo estuvo presente durante las agresiones, sino que también colaboró en el diseño de la violencia ambiental que llevó a cabo el grupo. Por tanto, se le considera un cooperador necesario y se le impone la misma pena que a los otros acusados.
Además de la pena de prisión, al acusado se le prohíbe comunicarse o acercarse a la víctima durante veinticuatro años y se le aplicará una medida de libertad vigilada de diez años tras su liberación. Todos los acusados estarán inhabilitados para trabajar con menores durante treinta y seis años.
En cuanto a la responsabilidad civil, la Sala les ha impuesto el pago conjunto de una indemnización de 60.000 euros a la mujer agredida. Esto se debe al impacto que sufrió la víctima, quien fue penetrada por cuatro hombres simultáneamente y se vio obligada a soportar la violencia en un estado de consciencia y desesperación.
Los hechos probados indican que la joven, bajo la influencia de alcohol y drogas, conoció a uno de los acusados en una fiesta y fue convencida por él para ir a casa de sus amigos, donde ocurrieron las agresiones. La mujer se vio rodeada por los agresores y, a pesar de su deseo contrario, no pudo resistirse físicamente ni evitar las penetraciones.
En un estado de shock y miedo, la víctima se quedó paralizada mientras los hombres la agredían, sin poder evitar la violencia sufrida. Su temor a represalias la mantuvo con los ojos cerrados y completamente pasiva durante gran parte del incidente, demostrando la indefensión en la que se encontraba frente a sus agresores.
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